Almudena
Mi historia comienza un 25 de mayo de 2010 cuando tenía 44 años. Sin saberlo, mi garganta iba a ser portadora de la peor de las noticias. Después de tres días de encontrarme mal y tener una fuerte infección, me ingresaron para operarme de amigdalitis. Sin embargo, al hacerme la analítica, estalló la bomba. Me dieron un diagnóstico muy claro: leucemia mieloide aguda con un 95% de la médula afectada; de tres a seis meses de vida.
Comenzó mi pesadilla: quimio, punciones, etc. Después del primer ciclo, la enfermedad era refractaria, de nuevo a la carga. El siguiente ciclo fue mucho más fuerte y parecía que, esta vez, había remisión pero mi médula no tenía fuerza y me costaba mucho remontar. Finalmente remontó. Por aquel entonces ya era agosto y yo necesitaba poder salir del hospital. Llevaba desde el 25 de mayo y todavía no había podido salir a la calle.
Al fin pisé la calle y pasé unos días en casa. Fue maravilloso: mi cama, mi sofá, mi baño, mi cocina y, sobre todo, ¡tocar a mis niños! En una de mis visitas diarias al hospital me dieron la noticia, ¡definitivamente estaba en remisión! Sin más y con cierta celeridad, decidieron hacerme el trasplante. No creían que mi organismo pudiese superar otro ciclo más así que, dicho y hecho, el día 5 de septiembre ingresé para comenzar con el acondicionamiento. Así llegamos al día 15 de septiembre en el que las células madre de mi hermano Javier hicieron el milagro. Hoy, con 48 años, estoy en mi mes 42 de vida extra. Todo el cariño de mi familia y la de mi marido fueron una gran parte de mi curación.
Espero que mi historia pueda ayudar a quienes, por desgracia, están pasando por esto. Sepan lo importante que es confiar en la vida y agarrarse a ella. Todo se puede lograr, no se dejen vencer por el miedo y, sobre todo, ¡los milagros existen! ¡Mucha suerte para todos!