Álvaro
Mi historia empieza en 2015 cuando mi mujer y yo decidimos casarnos y empezar un camino juntos. Ella sufría de la pierna y se infiltraba, parecía ser algo poco serio, así que enseguida decidimos ir a buscar familia.
Nos costó, pero nos finalmente llegó el embarazo. Fue ahí cuando nos encontramos el primer bache, a las pocas semanas perdimos el bebé. Nos repusimos como pudimos pensando que esas cosas pasan, pero en ese transcurso a ella le empezó a doler más la pierna, ya casi no podía andar y no podía ir a trabajar.
En octubre de 2016, tras varias pruebas y resonancias magnéticas, llegó un nuevo golpe que nos marcaría de por vida. A mi mujer le diagnosticaron ESCLEROSIS MÚLTIPLE. Poco a poco afrontamos la situación y decidimos tirar hacia adelante a pesar de sus limitaciones físicas (la enfermedad limitó su mucho su movilidad). Por sorpresa para todo el mundo, decidimos ir a por el bebé nuevamente. Apostamos esta vez por la fecundación in vitro, pero el primer intento fue negativo. Volvimos a reponernos y a preparar el segundo intento mientras yo trabajaba y nos hacíamos a la enfermedad de mi mujer.
Nuevamente, en noviembre de 2017, la vida nos tenía preparada un nuevo contratiempo. Me sentía muy cansado, tenía dolor en las piernas y acudí a urgencias creyendo que podía ser un trombo. Ese mismo día salió a recibirme el hematólogo con los resultados de la analítica en urgencias. Tenía leucemia linfoblástica aguda, Philadelphia+.
De un día para el otro, tu mundo cambia. Tienes que llamar a tus familiares para darles la noticia y palabras como quimioterapia, trasplante de médula, aspirado medular, punción lumbar y un largo etcétera empiezan a formar parte de tu vocabulario diario. También aparecen en tu mente palabras como miedo, muerte, soledad... Pero una vez más, apoyado por familia, amigos y un equipo sanitario increíble en la fundación Jiménez Diaz en Madrid empezamos otra carrera de fondo.
Largos ingresos, sesiones de quimioterapia, vuelta a casa de mis padres donde recibí los cuidados que sólo unos padres pueden dar y, sobre todo, pruebas y más pruebas. Poco a poco vas normalizando y el trasplante va adquiriendo cuerpo. Aquí la vida si me tenía guardada otra sorpresa, agradable en este caso, mi hermana y yo éramos 100% compatibles y podía donarme médula. ¡Mi hermana podía SALVARME LA VIDA!.
Llegó el mes de julio, ingresé en aislamiento y comenzamos con otra parte de la batalla. Dolores, angustias, morfina, ictus, infecciones de pulmón... Y una larga lista de luchas diarias. Pero, poco a poco, pasaron los días y en septiembre pude volver a salir y volver a casa dónde seguimos con los cuidados.
Solo puedo decir que hoy por hoy, seguimos luchando con cada problema que nos plantea la leucemia y cualquier cosa negativa que se atreva a cruzarse en mi camino. No puedo decir que yo puedo con todo, tampoco diré que soy un héroe (ni muchísimo menos por favor) lo único que sí que os aseguro es que… ¡VOY A LUCHAR CONTRA TODO arropado por los míos!
Habrá días malos y días peores, pero no pienso ceder ni un gramo más de lo que necesariamente ya me ha robado la vida. ¡SIEMPRE FUERTES!, ¡SIEMPRE LUCHANDO!.
NUNCA OS RINDÁIS, AUNQUE A VECES LA SALIDA SEA HACIA UN POZO OSCURO SIEMPRE ES UNA SALIDA.