Antonio
Beatriz, una chica andaluza de 22 años, nos relata la historia de Antonio, su novio, a quien diagnosticaron leucemia aguda:
“Antonio tiene 22 años. Hace unos años se empezó a encontrar cansado a menudo: andaba un poquito y enseguida tenía que parar a descansar. Así pasó uno o dos meses. Lo achacaba a que tenía alergia, pero se negaba a ir al médico, no le gustaban los hospitales. Estaba un poco pálido, y yo, su novia, como buena estudiante de medicina que tiende a diagnosticar de cualquier enfermedad a todo el que le rodea, pensé que tendría una simple anemia, pues últimamente no estaba comiendo todo lo sano que debería. Nunca se me pasó por la cabeza que pudiera ser una enfermedad grave, pues su aspecto era estupendo, tan guapo como siempre;)
Hasta que su madre le obligó a ir al médico. Entró un viernes 1 de mayo de 2011 por las urgencias del Hospital de Jaén, y el lunes 4 de mayo, me comunicó por teléfono (ambos vivimos en Granada) su diagnóstico: Leucemia Linfoblástica Aguda. Reaccioné automáticamente diciéndole que cogía el primer autobús y en Jaén me plantaba pero me dijo que no podía entrar nadie, que iban a aislarlo.
Tras varios días en estado de shock (pienso que esos han sido los peores días de mi vida) conseguí que me dejaran ir a verlo. Desde el principio él demostró mucha fuerza, valentía y sobretodo optimismo. Creo que eso le ha ayudado muchísimo a superar toda esta situación. Me dijo que desde la primera noche que pasó en aislamiento, supo que saldría de ésta, y así ha sido.
Le dieron 7 ciclos de quimioterapia en total. Cada viernes yo cogía el autobús desde la estación de autobuses de Granada, y me iba a Jaén para pasar con él el fin de semana. Creo que no falté ni uno, o por lo menos eso intenté. En época de exámenes me llevaba mis apuntes, y allí estudiaba con él. No me importaba estar todo el día con unos patucos, un pijama, un gorro sujetándome el pelo y una mascarilla en la boca (pues todo lo ajeno al box se consideraba una fuente peligrosa de gérmenes, y teníamos que ir muy tapados para protegerlo a él). La verdad es que recuerdo esos días que pasé en aislamiento con él muy bonitos. Lo pasábamos genial, aislados los dos, y con la visita cada hora de una enfermera, auxiliar o médico. Llevaba fatal el tema de las comidas, odiaba la comida del hospital y cada vez quería comer menos. Echaba de menos la comida de su casa, sobretodo las patatas fritas, no paraba de pensar en comer algo de fuera del hospital. Creo que los meses que estuvo en aislamiento se ha leído más libros que en toda su vida. Eso, junto con la televisión y el ordenador, le ayudaban a pasar el tiempo.
Así pasaron 7 ciclos. Aprovechábamos los descansos entre ciclos para salir a comer (patatas fritas también), divertirnos, que disfrutara del aire libre y de la vida en general!
No encontraban donante de médula ósea (desde el principio nos dijeron los médicos que iba a ser necesario un trasplante de médula para su curación) pero a pesar de eso no perdimos la esperanza. Se contempló la posibilidad de usar células madre de cordón umbilical pero por su tamaño (es un chico grande) no era viable. Finalmente se le realizó un trasplante de progenitores hematopoyéticos haploidéntico con la médula de su papá. El trasplante se realizó en Córdoba, sin ninguna complicación. ¡¡¡Todos sabíamos lo fuerte que es Antonio!!!!
Hasta hoy todo ha ido genial. Antonio se encuentra perfectamente bien. Está siendo vacunado y últimamente las visitas al hematólogo están espaciándose en el tiempo. Ya no toma pastillas. Ha vuelto a retomar sus estudios (Ingeniería de Telecomunicaciones), y ha retomado el deporte, de vez en cuando juega al baloncesto que tanto le apasiona, hasta se ha atrevido a iniciarse con el pádel, al que juega de forma regular. En definitiva, se encuentra como nuevo, y todos los que le rodeamos estamos la mar de felices y orgullosos de él a la par que agradecidos al equipo médico tanto de Jaén como de Córdoba que tan bien se ha portado. Es de agradecer la cercanía con la que lo han tratado en todo momento. Ha sido un paréntesis en nuestras vidas pero juntos hemos podido con la situación. Nos ha enseñado a apreciar más las pequeñas cosas, y a disfrutar de las personas a las que queremos.
Finalmente decirle (aunque él ya lo sabe) que estaré apoyándole en todo lo que necesite, que me tiene a su lado para todo, y que aunque ha sido un año un poco raro, duro a veces, ha sido una experiencia que ya no cambiaría por nada pues me ha hecho ser mejor persona y me ha dado muchas lecciones de vida. Que le quiero, y que estoy muy orgullosa de él por la fuerza que ha demostrado tener y que nos ha dado a los que le rodeamos, incluso en momentos en la que teníamos que dársela nosotros a él. Después de esto, sólo quedan cosas buenas por pasarnos!!”.
Beatriz