Carlos
Hola, mi nombre es Rocío y esta es la historia de mi padre, Carlos. Es un breve resumen ya que en todo esto transcurrieron muchos meses, muy muy duros. Lo relataré lo mejor que pueda y recuerde.
Tras hacerle varias pruebas, porque llevaba meses encontrándose mal con fiebre y mucho cansancio, un viernes 29 de agosto de 2008, a Carlos le diagnosticaron Leucemia linfoblástica aguda con cromosoma Philadelphia +, a la edad de 47 años. Inmediatamente fue trasladado al Hospital Universitario de Albacete, donde recibió los ciclos de quimioterapia necesarios, que fueron 8 en total. Nosotros somos de Manzanares, Ciudad Real. Al tener el cromosoma Philadelphia +, el autotrasplante no era una opción. Mi padre tiene dos hermanas, las cuales les hicieron las pruebas de compatibilidad y resulta que eran compatible entre ellas, pero con él no. Teníamos que seguir buscando y esperando. Un día cualquiera, cuando ya estaba en el último ciclo de quimioterapia recibimos la buenísima noticia de que había un donante compatible con mi padre, dos cordones umbilicales de Estados Unidos, concretamente de Nueva York. Estábamos luchando, pero había llegado el momento de la verdad, el más importante y el paso más grande. Sigue emocionándome contar esto porque es tan increíble, tan fuerte, pero a la vez tan maravilloso que esto pueda ser posible… Después fue trasladado al Hospital La Fe de Valencia, donde recibió el último ciclo de quimioterapia y posteriormente el trasplante con las células madre de dichos cordones a primeros de abril de 2009.
Le hacían pruebas para ver la evolución de la médula, y en el día 17 por fin empezó a verse resultados, había empezado a funcionar, tras 52 días de aislamiento, por fin volvió a casa, con una única ilusión: VIVIR.
Hoy en día solo tiene que ir a las revisiones oportunas, las cuales van mejor que mejor. Mi madre estuvo a su lado en todo momento, desde el momento de la noticia, pasando por todos los ciclos de quimioterapia y aislamiento. Mi hermano Carlos y yo íbamos a verlos cuando era posible, tanto a Albacete como a Valencia, yo tenía 17 años y mi hermano 19.
Después de pasar por todo esto, y comprender la verdadera importancia que tiene, mi madre y yo nos hicimos donantes de médula. Solo tenemos palabras de agradecimiento, desde el equipo médico que fue excelente, a la asociación contra el cáncer de Albacete, la asociación Asleuval, a la Fundación Carreras y a todos los que estuvieron a nuestro lado en todo momento, familia, amigos y, como no, a la persona que decidió donar los cordones. Durante el camino fuimos muy fuertes y conseguimos ganar la batalla. Estoy muy orgullosa de mi familia por su valor y fortaleza, mis padres y mi hermano Carlos. ¡Por separado somos fuertes, pero juntos somos invencibles!