Causas y perspectivas de futuro
A pesar de todos los avances y la incesante investigación, todavía se ignoran las causas que provocan la leucemia. Se sabe que la incidencia es mayor en el sexo masculino que en el femenino, y en sujetos de raza blanca que en aquellos de raza negra. Sin embargo, no se puede explicar aún de forma satisfactoria por qué ciertas personas contraen la enfermedad y otras no.
A través del estudio de un elevado número de casos, se han llegado a establecer ciertos factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de este trastorno. Por ejemplo, la exposición a grandes dosis de radiación de elevada energía como la que se produjo tras la explosión de bombas atómicas en Japón durante la II Guerra Mundial, o de accidentes en centrales nucleares aumenta el riesgo de padecer leucemia. Por ello, en las centrales nucleares, existen estrictas normas de seguridad para proteger a los trabajadores y al público frente a la exposición de radiaciones nocivas. Por contra, nunca se ha podido evidenciar correlación entre las radiaciones electromagnéticas (teléfonos móviles, antenas de telefonía, radio o similares) y el desarrollo de las leucemias.
Algunas características genéticas pueden aumentar el riesgo de padecer leucemia. Una de estas características es el Síndrome de Down. Los niños nacidos con este síndrome son más susceptibles a padecer la enfermedad.
Asimismo, la exposición a ciertos agentes químicos, como por ejemplo el benceno, durante largos períodos de tiempo puede constituir un factor de riesgo. También los tratamientos utilizados para combatir otros tipos de cáncer pueden incrementar el riesgo del enfermo a sufrir leucemia. No obstante, este último factor representa un riesgo mínimo frente a los beneficios de la quimioterapia.
Los científicos han identificado un virus que parece aumentar el riesgo a contraer un tipo de leucemia muy infrecuente, si bien este virus no parece estar asociado con las formas comunes de la enfermedad. En todo el mundo, los investigadores siguen estudiando virus y otros posibles factores de riesgo. Se espera que los resultados de estos estudios ayuden a elucidar y comprender las causas que provocan la leucemia, y por consiguiente a determinar las mejores formas de prevención y tratamiento.
La incesante investigación científica sobre la leucemia hace que se vayan descubriendo nuevas y mejores formas de tratamiento y que las oportunidades de curación sigan aumentando. A pesar de ello, es normal que tanto los pacientes como sus familiares muestren preocupación por el futuro.
Con el objetivo de conseguir que la leucemia sea algún día una enfermedad 100% curable y de mejorar la calidad de vida de los pacientes, la Fundación Josep Carreras ha puesto en marcha el Instituto Josep Carreras de Investigación contra la Leucemia, el primero de España en investigar exclusivamente sobre las enfermedades hematológicas malignas.
En ocasiones se utilizan promedios de supervivencia y otro tipo de estadísticas para intentar elucidar si un determinado paciente podrá superar la enfermedad. No obstante, es importante recordar que las estadísticas y los promedios están calculados sobre un gran número de casos y no pueden utilizarse para predecir la evolución de un paciente específico, ya que no existen dos enfermos iguales, y las respuestas a los tratamientos pueden variar enormemente de un paciente a otro. Así los porcentajes pueden oscilar desde el 90% de las curaciones en determinados tipos de leucemia mieloblástica aguda (leucemia promielocítica) o en la leucemia linfoblástica aguda del niño, hasta menos del 20% en las leucemias que aparecen tras un síndrome mielodisplásico o las fases de agudización de la leucemia mieloide crónica. Es el médico a cargo del enfermo quien se halla en la mejor posición para opinar sobre el pronóstico, pero siempre teniendo en cuenta que incluso él mismo puede ignorar cuál será el desenlace final.
Es frecuente que os médicos hablen de supervivencia, o de remisión en lugar de curación, ya que aunque muchos pacientes leucémicos se curan, el trastorno puede reaparecer hasta 4 ó 5 años después de lograrse la remisión.