Irene
Hola, me llamo Irene y tengo 27 años. Justo antes de caer enferma estaba terminando mis estudios de Ingeniería Química en Badajoz. Iba a la facultad, estudiaba, hacía mis prácticas de laboratorio, iba al gimnasio casi a diario y, además, tenía tiempo para divertirme y salir con mis amigas.
Irene, antes de caer enferma, haciendo una ruta de senderismo
en Extremadura
El 9 de junio de 2010 me cambió la vida. Un análisis de sangre que me hicieron, pues llevaba dos semanas con hematomas que salían con facilidad y tenían un color un tanto extraño, dieron unos resultados alarmantes e inmediatamente me aislaron en el Hospital San Pedro de Alcántara en Cáceres (ciudad de la que soy). El día 10 me hicieron una punción de médula ósea y a las pocas horas me lo comunicaban: tenía leucemia promielocítica aguda. El hematólogo me dio muchas esperanzas, me dijo que de la LMA M3 se cura el 82% de los pacientes... Eso me animó, y lo único que le dije fue: "haz lo que sea necesario lo antes posible porque lo único que sé es que no me quiero morir".
Al día siguiente comenzaron a darme quimioterapia, hasta 5 ciclos. En mi habitación, la 417, estaba como en mi casa, no sentía dolor, tenía mucha hambre y me entretenía fácilmente. Pero una vez que terminaron esos ciclos, empezaron los efectos secundarios... ¡tres semanas sin comer! Esos días se me hacían largos y mi cabeza sólo pensaba en lo que comería al salir de aquella habitación. Por fin llegó el día y mis defensas subieron tras 32 días. Me hicieron otra punción y me fui a casa, sólo quería ver a mi gente y comer lo que quisiera.
Después empezaron las consolidaciones y vuelta al hospital. El ingreso de la 1ª consolidación, coincidía con la boda de una de mis amiga, y yo en el hospital enganchada a los sueritos y las bombas que pitaban a todas horas. Pero..., ¡sorpresa!, antes de casarse, mi amiga vino a verme diciendo: "no me caso sin ver hoy a Irene". ¡Qué ilusión me hizo! Pero no todo queda ahí, seguí la ceremonia mediante videollamada y al concluir, vinieron todas las demás amigas a visitarme, todas guapísimas. Mis ojos brillaban como nunca y estaba feliz, pues me di cuenta de que no estaba físicamente en la boda, pero sí me tenían presente a cada minuto. Al día siguiente recibí un gran regalo, el ramo lo guardaron para mí y mis ojos volvían a brillar.
Irene, junto a sus amigas y la novia
Tras la 3ª y última consolidación volvieron a aislarme, mis defensas bajaron mucho y tardaban en subir. Salí del hospital el 11 de octubre y ahí empezó mi gran remontada, pues tenía muchos bajones pero con mi fuerza, remontaba pronto.
Irene rodeada de sus enfermeras
Ya han pasado casi 5 meses desde que salí del hospital y no os imagináis cómo me ha cambiado la forma de ver la vida... Me fui a Londres con mi hermana y una amiga. Me parecía mentira verme allí después de todo lo que me había pasado.
Irene, en Londres
Tras las Navidades volví a retomar mi carrera y empecé a estudiar para los exámenes de febrero: ¡prueba superada!
Cada mañana, al despertarme, me siento especial. Siento que volver a vivir y saber aprovechar las oportunidades, te hacen sentirte más feliz... te dan aún más ganas de vivir! Mi futuro profesional... no sé ahora cómo ni donde será. Lo que sí sé, es que tengo que ayudar a las personas que están pasando por lo mismo que yo pasé, que vean que después del pasillo oscuro y con tantos obstáculos, hay una luz que te lleva a la felicidad. De eso no tengáis la menor duda.
Irene actualmente con su amiga Lupe
Un fuerte abrazo a todos y ánimos, ¡¡¡hay que seguir luchando!!!
Irene
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