Jacob

Mi nombre es Jacob, soy de Huesca y tengo 30 años. En enero del 2014 me diagnosticaron leucemia mieloide aguda con gen FLT3. Todo esto empezó en mi ciudad, Huesca, donde el 31 de diciembre de 2013 empecé con una fiebre muy alta. Llevaba unos días muy resfriado y acudí a urgencias, donde me realizaron varios análisis y varios cultivos. En los análisis vieron que tenía las defensas por los suelos y me ingresaron. Me hicieron analíticas varios días y mis defensas seguían bajas, no subían. Decidieron hacerme un aspirado de medula y a los dos días me confirmaron la peor noticia que me podían dar. Me dijeron que tenía una leucemia.

Entonces todos mis planes se paralizaron. Me dejaron el fin de semana para que me aireara y a principio de semana empezara el tratamiento. En esos días intenté buscar un hospital donde tuvieran más familiarizada esta enfermedad y pude entrar en el Hospital Clínic de Barcelona. En el Clínic me volvieron a hacer las pruebas para confirmar la leucemia, deseando que se hubieran equivocado en el hospital de mi ciudad. Pero con tal mala suerte que no se equivocaron y tenía un 34% de células cancerígenas. En ese momento, se me vino todo encima: lejos de casa, lejos de tu vida, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. Recuerdo como si fuera ayer ese pasillo largo donde abrazaba a mi madre tan fuerte como si no volviera a verla nunca más.

Al día siguiente, ingresé y me pusieron una vía central para iniciar el tratamiento donde cada día que pasa no es un día más, sino un día menos para estar allí. Quimioterapia, ese veneno que "te cura" con todos los efectos secundarios; caída de pelo, mucositis, virus y bacterias que se resistían a los tratamientos aun estando aislado... Después del primer mes ingresado por la primera quimio, bajó del 34% de células malas al 9%. Luego al ver que la quimio hacia efecto, fueron más suaves y, al final, después de varias tandas donde estuve una semana ingresado y luego me controlaban en un piso alquilado las enfermeras de domiciliaria, llegué a la remisión completa de la enfermedad. Y después de tanto, ¡salió un cordón umbilical 100% compatible! procedente de Italia. Fue el 30 de junio del 2014 cuando me trasplantaron por primera vez. Todo iba bien, hasta que salieron mil y una complicaciones por los efectos secundarios de la bajada de defensas, pero había que seguir restando días para volver a poder visitar mi casa, donde tanto deseaba volver. Hasta que a finales de septiembre, entre complicaciones y demás, me dieron el alta para estar en el piso de Barcelona donde todos los días venían a verme las enfermeras de domiciliaria. Poco a poco se fueron alargando las visitas y al final pude ir a mi casa de verdad.

A los 10 meses, nada más volver a empezar a trabajar, en una prueba rutinaria, vieron que había recaído. No me lo podía creer, pensar en volver a Barcelona y volver a dejar otra vez todo ahí por segunda vez. El miedo de volver a pasar por ese "veneno" que cura, que te deja tan decaído, pero había que luchar por volver sano y salvo a mi casa y con los míos, ya que no había otra salida más que seguir luchando y hacer todo lo que estuviera en mi mano para seguir adelante. Empezamos con el tratamiento y la verdad es que no hubo casi efectos secundarios. Pero psicológicamente estaba más cansado, pensando en que me podía pasar lo mismo o peor que en el primero. Después de pasar la tanda de quimio, más o menos al mes, me dieron el alta. Y ¡que sorpresa! ¡había dos donantes compatibles! No me lo podía creer, al final se decidieron por una donante alemana. El día 28 de julio del 2015, fue el día de mi segundo trasplante. No llegó al mes y ya me dieron el alta, pero me seguían visitando las enfermeras en casa. Desde entonces, cogiendo fuerzas y recuperándome poco a poco, después de dos años, todo sale perfecto. Darle las gracias a TODO el equipo de Hematología del Hospital Clínic de Barcelona, medic@s, enfermer@s, auxiliares, limpiadoras, fisios, psicólogos... por el trato recibido y que cada vez que entraban a la habitación lo hacían con una sonrisa. Darles las gracias sobre todo a mis padres, que no me han dejado un minuto solo, a toda mi familia, amigos y seres queridos en ese momento tan duro que me han estado dando fuerzas, que sin vosotros ahora mismo todo sería muy distinto, de verdad, gracias de todo corazón. Gracias también a la Fundación Josep Carreras, que hacéis que este tipo de enfermedades se puedan curar, seguid así y pronto será una enfermedad 100% curable.

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