Mónica

He querido explicar mi historia por si con ello puedo ayudar, animar y esperanzar a alguien que esté pasando por lo que yo pasé.

Todo empezó el día 25 de octubre de 2013, a la edad de 27 años y tan sólo 5 días después de nuestra llegada de viaje de novios.

Ya en el viaje me sentía muy cansada y con pocas ganas de comer pero lo asociaba al estrés y cansancio de los preparativos de la boda y del viaje. Cuando llegué a casa, aun habiendo descansado, continuaba con los mismos síntomas.

Después de salir de trabajar me fui con mi marido al Hospital de Tortosa y me hicieron una analítica. El resultado fue que estaba a 5 de hemoglobina. La hematóloga nos dijo que podía ser un virus que había cogido durante el viaje o una enfermedad grave. 

Me hicieron una transfusión de sangre y a los dos días ingresé en el hospital para hacer la prueba de la punción en la medula ósea y así salir de dudas. Efectivamente, tal como nos dijo la hematóloga, era una enfermedad grave: leucemia linfoblástica aguda. Imaginaros el panorama, mi madre, mi marido y mis suegros que estaban conmigo en ese momento, cómo se quedaron... Todo era bonito, estábamos recién casados, teníamos nuestro piso… y todo se fastidió con esas palabras. Se nos vino el mundo abajo.

La primera semana lo pasé mal. En mi cabeza retumbaba: ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Todas esas preguntas no sirven para nada, ni tampoco hay respuestas. Poco después asumí lo que pasaba y decidí que tenía que luchar, que era muy joven y, aun estando triste o deprimida, la enfermedad continuaría estando allí. En ese momento, empezó todo: las sesiones de quimioterapia, las intratecales en la espalda, el aislamiento, las náuseas, los vómitos, la bajada de defensas, el hinchamiento por los corticoides, la caída del pelo…

Después de 38 días, por fin me dejaron ir a casa. Qué ilusión volver a sentir el aire en la cara, vestirme con mi ropa, dormir en mi cama, sentir el sonido de los coches… Durante esos 38 días, siempre estuvieron allí: mi madre, mi marido, mis suegros, mis tíos, mi hermano, cuñadas/o, sobrino y unos amigos muy amigos. Aunque no podían estar dentro conmigo, se pasaban las horas en la sala de espera para apoyar a los que estaban allí. La verdad es que me ayudaron a pasar todos esos días y los que me esperaban de la mejor manera posible.

Toda estaba saliendo perfecto, así que a los pocos días volví al hospital para continuar con la consolidación, pasando las Navidades y mi cumple allí, y después con el mantenimiento.

Ahora estoy en la fase de mantenimiento. Se está haciendo largo pero de momento todo va saliendo según lo previsto.

Aún no ha pasado todo pero espero que todo continúe igual que hasta ahora. Y si tengo la mala suerte de que recaigo, pues me levantaré otra vez y continuaré luchando. Sólo tenemos una vida y se tiene que aprovechar al máximo.

Sólo me queda dar las gracias a toda mi familia y amigos, a los doctores, enfermeras, auxiliares, señoras de la limpieza, que cada día se preocuparon por mi y estuvieron allí.

Deciros que todos estamos expuestos a sufrir estas enfermedades y, si nos ha tocado, sólo nos queda una opción: ¡asimilarlo, luchar, luchar y luchar! Así que mucha suerte y fuerza para todos.

Página web actualizada 15/03/2019 10:38:13