Rafael
2009 era el año en el que tenía previsto nuevos retos personales; profesionalmente tenía un trabajo estable y en mis ratos libres practicaba deporte que era lo que había hecho durante toda mi juventud. Para mayo tenía prevista la fecha de mi boda, pero debido a mi paso por el médico por diversos síntomas me diagnosticaron Leucemia Linfoblástica Aguda.
Hoy en día todavía recuerdo las palabras de aquel hematólogo un miércoles en el área de urgencias del Hospital Reina Sofía cuando me dijo que me ingresaban inmediatamente por un problema grave en la sangre. Mi respuesta fue, “sí, pero el lunes tengo que volver a trabajar”; incrédulo de mí a lo que me contestó “estarás un tiempo sin poder trabajar ya que hemos detectado una enfermedad grave en la sangre y deberás estar un tiempo centrándote en recuperar tu salud”.
Parecía que todo se torcía así que comenzaron unos meses duros de tratamientos donde con el apoyo de la familia, novia y amigos tuve que aparcar la boda y no planificar nada, iría día a día. Pasadas unas semanas llegaría la mejor de las noticias por aquel entonces, dos de mis hermanos eran compatibles de médula por lo que parecía que después de los días nublados también sale el sol.
Todavía recuerdo aquellos momentos que salía a pedalear en la bicicleta estática olvidada por el resto de pacientes y situada en el pasillo de la planta de hematología, enganchado a mi inseparable máquina con los tratamientos. Para mí era una liberación, imaginaba que estaba en una salida más con mi bicicleta disfrutando de mi pasión y me servía para coger fuerzas para el resto del día. Me apodaban Induráin y tanto le daba que termine por romperla.
Todo se desarrolló sin complicaciones y el 27 de Julio de ese mismo año fui trasplantado de médula de mi hermano Ángel que como su nombre indica fue un ángel salvador para mí. Volvía a ver de nuevo la luz.
Por fin en octubre de 2010, Sonia y yo retomamos el proyecto personal de boda que dejamos aparcado, y en noviembre de 2011 nació nuestra hija Marta, una bendición y una razón más para seguir viviendo. En cuanto mi estado físico me lo permitió comencé a practicar mi deporte favorito, el ciclismo, y poco a poco hasta el día de hoy he disputado muchas pruebas a nivel nacional (marchas cicloturistas como Carlos Sastre, Perico Delgado, Sierra Nevada Límite, Quebrantahuesos, maratón BTT Guzman El Bueno, 101 km de la Legión de Ronda, etc..) hasta que este año me planteé junto con mi hermano (yo le llamo mi gemelo de médula) y donante de médula una prueba muy especial para nosotros; la Vuelta a Córdoba BTT con dos etapas, una CRE y otra maratón. Prueba por parejas donde ambos deben apoyarse y ayudarse en los momentos malos, como antaño, para conseguir una meta común; trasplantado y donante forman una sola figura en una prueba de superación. Gracias al gesto de solidaridad y generosidad de una persona se devuelve la oportunidad de una segunda vida a otra.
Nuestro objetivo, lejos del tiempo de realización de la prueba, era fomentar la donación de médula y órganos y la realización de deporte en personas trasplantadas como hábito de vida saludable.
Desde mi testimonio, solo quiero compartir con aquellas personas que estén pasando por alguna enfermedad que la actitud positiva para afrontarla es fundamental en todos estos procesos y que se digan así mismo que va a salir de ahí (estas enfermedades buscan a los cuerpos más fuertes y uno no sabe lo fuerte que es hasta que no lo necesita), que hay personas y familias generosas que con su gesto ofrecen una segunda oportunidad de vivir y que vayan paso a paso; los objetivos cortos dan lugar a grandes metas.
Yo me repetía muchas veces a mí mismo, un gran buque no se hunde de un solo cañonazo.
Seguimos imparables.