Entrevista
Teresa tiene 39 años, nació y vive en Mallorca. En julio de 1986, cuando tenía 14 años, recibió un golpe muy duro para una adolescente: le diagnosticaron una leucemia mieloide aguda (LMA5). Después de seguir el tratamiento de quimioterapia y de someterse a un trasplante de médula ósea, se encontró sin saberlo con un problema de por vida: se había quedado estéril a causa de los fármacos quimioterápicos. Para ella, la solución, no exenta de obstáculos, fue una adopción internacional y, hoy, es madre de Kailash, de 5 años.
- Teresa, en 1986 te diagnostican una leucemia aguda de mal pronóstico. Teniendo en cuenta que en aquel momento había menos información y las técnicas médicas estaban menos desarrolladas, ¿cómo recibes esta noticia?
Tenía 14 años y recibí la noticia muy mal aunque nunca fui muy consciente de la gravedad de la situación. Siempre tuve claro que lo conseguiría. Empecé el tratamiento de quimioterapia en el Hospital Son Dureta de Mallorca con el Dr. Miquel Morey. En aquel entonces hacer un trasplante de médula ósea todavía era más complicado que hoy en día. Desde el Hospital Clínic de Barcelona nos informaron que no se obtenían muy buenos resultados i la comunidad médica apostaba por un tratamiento de mantenimiento. Finalmente, se decidió no someterme de momento a aquel procedimiento.
En mayo de 1987 recaí. Hasta aquel momento, supongo que por la incongruencia con la edad que tenía, nunca pensé que me podía morir pero, tras la recaída, me lo planteé. Fue un golpe muy duro para una adolescente. Entonces me trasladaron al Hospital Clínic de Barcelona para hacerme un autotrasplante de médula ósea. Aunque que no le llegué a conocer, coincidí con Josep Carreras en el hospital. Estábamos en cámaras de aislamiento adyacentes.
- ¿En algún momento te informan de que el tratamiento que estás recibiendo te dejará secuelas y seguramente te quedarás estéril?
En aquella época no decían nada. No había mucho apoyo psicológico en las unidades de hematología y, aunque estoy segura de que me hubiera ido muy bien, no recibí esta ayuda. Los médicos hacían su trabajo pero la enfermedad no se trataba "como un todo" como hoy en día que los hospitales cuentan con servicios de psico-oncología.
Nadie me explicó nada y, una vez curada, fue cuando me di cuenta que no me volvía a venir la regla. Yo tenía una edad muy difícil y reaccioné muy mal ante el hecho de que no podría tener hijos. Era la época en que empezaba a relacionarme poco a poco con el otro sexo y creí que los niños me discriminarían por esto. De hecho, he tardado años en aceptar esta situación, me ha costado mucho. De todas formas, y aunque seguramente fue un gesto espontáneo, sí que recuerdo con afecto unas palabras que me dijo el Dr. Jordi Sierra para animarme: "si yo fuese la pareja de una persona que se ha quedado estéril, todavía la querría más".
- Una vez superada la enfermedad, ¿te informan de las posibilidades que tienes para tener un hijo?
Fui a ver a un ginecólogo para que me explicara las posibilidades y todo el tema de la fecundación in vitro pero pensé que aquello no era para mí. Como no tenía pareja, me planteé la posibilidad de tener un niño sola y lo tuve claro: quería adoptar. No sé si es una consecuencia de la enfermedad pero siempre he sido muy valiente y he tenido empuje con las cosas. En aquel momento tenía un trabajo precario y en horario de tarde, por lo tanto poco compatible con el cuidado de un niño pequeño. Yo sabía que era un proceso largo y que poco a poco mi situación se adaptaría a mi futura condición de madre y así fue. Ya lo dicen: ¡los niños vienen con un pan debajo del brazo!
En 2004 yo tenía 32 años e inicié el proceso de adopción con mucha energía. Conocí a muchas parejas que llevaban años intentando métodos de fecundación sin conseguirlo y estaban agotados emocionalmente a la hora de empezar el proceso de adopción. Como es un proceso largo y complicado, es importante tener las pilas muy cargadas. Además, en mi caso, se trataba de una adopción monoparental y aún había más impedimentos. Todo depende de los requisitos de los países de origen de los niños.
- ¿Te supuso algún problema a la hora de adoptar el hecho de ser ex-paciente de leucemia?
No. Como yo había superado la enfermedad hacía años, sólo me pidieron un certificado médico como piden a todo el que inicia este proceso. La única diferencia es que a las otras familias adoptantes les solicitaban un certificado del médico de familia y a mí me pidieron uno del especialista, el hematólogo en mi caso. El Dr. Morey me lo hizo y me apoyó en todo momento. Se lo agradezco mucho.
- ¿Cómo fue el proceso de adopción? ¿Cómo te informaste y porqué escogiste Nepal?
Primero empecé las gestiones con otros países. Las hice a través de ECAI-Niños sin fronteras. A mí me era absolutamente igual la raza del niño. Sólo quería que estuviese sano. Comencé iniciando trámites en Colombia y el proceso se paró. Después lo intenté en la India y, finalmente, en Nepal. El 1 de abril de 2007 viaje a Nepal para conocer a Kailash.
Cuando todo ya parecía seguir su curso, un cambio en el Ministerio de la Mujer, la Infancia y Asuntos Sociales lo paró todo. No me lo podía creer. Nos unimos muchas personas de diversos países europeos que estábamos sufriendo una situación parecida para presionar al gobierno nepalí, finalmente, conseguimos acelerar el proceso, junto con las gestiones diplomáticas de nuestro país.
Tras muchos problemas, fui a buscar a Kailash con mi prima Núria el 28 de febrero de 2008. Mi prima es periodista y relató todo este viaje en un artículo para el diario en el que trabajaba entonces (leer "Un hijo en el techo del mundo", de Núria Togores. Diario de Mallorca, 09/03/2008).
Teresa y Kailash en 2008
- Ahora que tienes un niño precioso, ¿qué le dirías a una mujer que actualmente está pasando por un diagnóstico así?
Le diría que las personas pueden ser felices sin ningún niño, con uno, con dos o con ocho. Tener hijos no es ningún mandato social y cada persona ha de escoger qué quiere. La experiencia de adoptar fue muy enriquecedora pero también muy dura. De todas formas, se ha de pensar que los requisitos de cada país para adoptar van cambiando y todo puede mejorar. La verdad es que para mí ha sido una alegría inmensa, una realidad muy gratificante.
Ahora Kailash tiene 5 años y es un niño muy sociable. Le gusta la escuela, habla catalán y castellano y tiene muchos amigos. Dentro de poco iremos a la India juntos. Hemos hecho diversos viajes los dos solos y nos lo pasamos muy bien. Es un niño muy independiente y autónomo.
Cualquier mujer se ha de convencer de que, sea cual sea la decisión que tome, ésta es la buena. Ha de encontrar coraje y determinación y, por más difícil que parezca, ha de saber que el resultado ha de ser positivo. Cuando yo pasaba por el periplo y la incertidumbre de la adopción, las familias que ya tenían un niño o niña adoptado, me decían que cuando yo tuviese al mío aquí todo este sufrimiento desaparecería y así ha sido. Cuando yo estaba enferma, mi madre me decía que lo tenía que vivir como un paréntesis, que era una situación transitoria. De la misma manera que la curación borra todo el sufrimiento de la enfermedad, Kailash borró todo el sufrimiento de los trámites y la espera. Si tuviera que determinar los dos momentos más duros y más gratificantes de mi vida, no tendría ninguna duda: enfermedad/curación y trámites y espera de la adopción/llegada de Kailash.
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